Por: Wilson Arias Castillo
La mayoría de ex Presidentes
del país y exdirectivos de la entidad se lavan las manos cuando se habla de
corrupción y amenazas contra el SENA. Ahora resulta que hasta Álvaro Uribe
utiliza las denuncias de SINDESENA para criticar el contratismo en este establecimiento
público. Él, que lo utilizó y desarrolló febrilmente, él que perfeccionó los
mecanismos para multiplicarlo y los puso a dura prueba, para que resistieran los embates siempre
más voraces de sus
sucesores. Hay que reconocer, sin embargo, que Alfonso Prada y Gina Parody
vinieron a ser sus exponentes destacados.
Por cuenta de la
polarización y la pelea Santos -vs- Uribe, corremos el riesgo de que cualquier
denuncia sea utilizada por el bando contrario. De modo que la decisión de
SINDESENA de defender la entidad integralmente, enfrentando a cada gobierno
casi en solitario pero con toda aplicación y fuerzas, puede dar lugar a que
cada parte aproveche sus reclamos para sacar pecho. Precisémoslo entonces: unos
y otros han infligido idénticos daños a este establecimiento. Se parecen, ya lo
habíamos explicado: es que un santista de hoy es con frecuencia un uribista de
ayer.
Así que, antes de hablar de
la tragedia actual del SENA conviene recordar el nivel de corrupción en que
sumió el uribismo a la entidad. Ello ayuda a establecer paralelos que aporten
al análisis.
Un caso que lo ejemplifica ocurrió en la
regional Cesar, donde el paramilitarismo logró realizar convenios con el SENA
en nombre de la tecnología, la innovación y el empresarismo, tan de moda por
esos días. Recordemos: el binomio Uribe + Montoya había impuesto a la
institución una nueva carga a la que dedicaron grandes recursos –a la postre
bastante cuestionados–, la incubación empresarial. Entonces los cazadores de
rentas buscaron en esa actividad del SENA un nuevo filón. Y entre ellos
llegaron los paramilitares, de los que se sabía que no sólo desplegaban
masacres y acaparaban tierras y ganados, y comercios de diverso tipo, sino que
por entonces habían coronado nuevos negocios: “contrabando de gasolina, de arroz y de vehículos; juegos de azar,
prostíbulos, mototaxismo, el control de la ‘seguridad’ en los llamados San
Andresitos y parte del negocio de la salud a través de las Administradoras de
Régimen Subsididado (ARS)” i.
Para dolor de la comunidad
educativa, se vino a establecer que en la regional Cesar el SENA había escogido
para el efecto como socio estratégico a FUNPAZCOR, la fundación creada por
Fidel castaño Gil. Audaces ellos, el seguimiento del abrazo entre FUNPAZCOR y
el SENA se lo encomendaron a la Oficina del Programa “anticorrupción” de la
Presidencia de la República de Álvaro Uribe Vélez, que no objetó esta alianza
con el crimen (ver recuadros).
En similar sentido, en un
Consejo Comunitario en Necoclí (Antioquia), el presidente anunció que los
ahorros obtenidos con motivo de la severa reestructuración que aplicó en el
SENA y que nos costó centenares de despidos, serían aplicados a los programas
de familias guardabosques. Así, según informó ASOCOMÚN, dirigida por Jairo de
Jesús Rendón Herrera (alias Germán Monsalve), hermano de El Alemán y Don Mario,
el SENA se asoció con ellos para tales menesteres. El hecho fue denunciado
precisamente en un comunicado de SINDESENA titulado “Algunas verdades sobre el
Uribismo en el SENA”, cuya lectura recomiendo. Y las pruebas de la vinculación
del SENA en Valledupar con FUNPAZCOR, se encuentran en el libro “El poder PARA
¿qué?”. De nuevo, la organización sindical las dio a conocer a la comunidad
educativa en su oportunidad.
Pero si de libros se trata,
hay otro que también describe un momento crucial de la corrupción uribista en
el SENA y el país: el de la Yidispolítica. En su testimonio, “Confieso”, Yidis
relata el famoso episodio del 2 de junio de 2004, sobre su conversación en el
baño privado del Presidente, a donde la llevó este huyendo de la concurrencia
en su oficina, plagada de lagartos entre los que destacaba Gina Parody, según
comenta Yidis Medina en su libro. A la salida del baño, Uribe le ofrece toda la
burocracia que tenía Horacio Serpa en Barranca: El Sena, el Seguro Social, la
Red de Solidaridad, Etesa y la Notaría Segunda (ver página 28).
El asunto fue aún más
tormentoso. Yidis es burlada en la mayoría de las promesas y desde luego
también en el SENA. La vergüenza ocupa las páginas 99 a 104 del libro. Allí
Yidis cuenta cómo debió instalarse en las oficinas de Darío Montoya desde el 18
de enero a las 4:00 pm hasta la mañana del 19 para reclamar el nombramiento de
su pupilo Juan Bautista como Jefe del Centro en el SENA de esa ciudad.
A esta lección de “meritocracia” le sigue otra de
traición: sus cuotas (como las de Teodolindo Avendaño), son sucesivamente
reemplazadas por otras, empezando por la del SENA: “… el primer gran golpe llegaría en agosto del 2006 cuando declaran
insubsistente a Juan Bautista para darle el cargo a otro funcionario. El
Director del SENA, Darío
Montoya, nunca más volvió a darme la cara” (página 104). Después, a Yidis le ofrecen un pozo
petrolero (pág. 109) y ya el chiste se cuenta solo. A raíz de estos hechos
fueron a parar a la cárcel cercanos colaboradores de Uribe, entre ellos Diego
Palacios, Sabas Pretelt y Alberto Velásquez, el Secretario General de la época.
De secretario a Secretario:
Alegó Alberto Velásquez que
su papel se limitó a adelantar algunas llamadas a los mencionados Yidis y
Teodolindo. Pero en su confesión Yidis lo menciona activo en la reunión del 2
de junio y durante el proceso. Él es quien confirma en el computador lo que
tiene en burocracia Horacio Serpa y que le ofrecen a Yidis para que cambie el
voto aquel día. Y es él quien los “gestiona”.
Precisamente el nombre con
el que se conoce a quien cumple desde Palacio de Nariño la función de
distribuir “mermelada” en sus diversas modalidades, cuotas y “cupos
“indicativos”, es “El hombre del computador”, generalmente en la Secretaría
General o Privada del Presidente. Claro, tienen asistentes y colaboradores
menores, pero incondicionales y con una misión clara: mantener la
“gobernabilidad” con razones, halagos o métodos nada ortodoxos. Debe
diferenciarse de otro personaje también con frecuencia muy activo en los
pasillos del poder, encargado de repartir dádivas y sobornos a nombre del
sector privado, “El hombre del maletín”. Aunque con frecuencia son
complementarios. Odebrecht, por ejemplo, tenía un hombre del maletín que
sobornaba a Otto Bula para que a su turno distribuyera entre funcionarios del
gobierno de Uribe. Después hizo lo propio con funcionarios de las campañas de
Juan Manuel Santos y Oscar Iván Zuluaga, según ha trascendido.
La cosa no es nueva. Antes,
durante el período de Ernesto Samper también quedó en evidencia que habían
coincidido algún otro “Hombre del maletín”, el periodista Alberto Giraldo
(puesto al descubierto tras un allanamiento al contador del cartel de Cali,
Guillermo Pallomari) en tratos con el tesorero de la campaña presidencial,
Santiago Medina. Samper, quien adujo que todo había ocurrido a sus espaldas,
designó como su propio hombre del computador a quien ya había encubierto el
ingreso de los dineros ilícitos a su campaña, Juan Manuel Turbay, para que
manejara las dádivas al Congreso durante el Proceso 8000.
Juan Manuel Turbay debió
mostrar temple y decisión, pero también una reserva muy similar a la que
reclamaban las mafias sicilianas bajo la “ley del silencio” u Omertá, cuyos
relatos fueron magistralmente llevados al cine por Mario Puzo. Al final Juan
Manuel Turbay fue condenado igual que el otro Secretario General 18 años
después, Alberto Velásquez. Éste, que venía de ser Peñalosista, éste que había
hecho discursos “tecnocráticos” y de pseudo pedagogía ciudadana. Éste que
también pontificaba y que se creyó algún día intocable en el poder.
Las Secretarías General y
Privada de Palacio parecen reclamar pues un perfil. Personas dispuestas a hacer
pactos, cuidar la información y mantener la gobernabilidad del poder a toda costa.
Personas capaces de ocultar, desviar, maniobrar y engañar. Y que se creen
inalcanzables, aunque como suele ocurrir en la historia, no siempre resulten
tan ilesos.
Ya entendemos por qué tenía
que irse María Andrea Nieto del SENA. Obligado a escoger, Juan Manuel Santos
prefiere a quien le garantiza la continuidad y su propio status quo, no a quien
venga a reclamarle la verdad. Pero la verdad a veces es tozuda y sale a flote,
aunque el poder insista en sofocarla.
CONTINUARÁ….
Cali, 7 de noviembre de 2017
0 comentarios:
Publicar un comentario